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UNA DESCONOCIDA PERO MUY IMPORTANTE FUENTE DE CONTAMINACIÓN DEL AIRE INTERIOR EN LAS VIVIENDAS

UNA DESCONOCIDA PERO MUY IMPORTANTE FUENTE DE CONTAMINACIÓN DEL AIRE INTERIOR EN LAS VIVIENDAS

Recientemente experimenté en casa un fenómeno al que no lograba dar una explicación satisfactoria.

Fue mi hijo, de seis años, quien se dio cuenta de que ocurría algo. Algunos días, cuando lo acostaba en su habitación decía que no podía respirar bien. Aunque no tenía otros síntomas, inicialmente pensé que mi hijo podía tener congestión nasal y no creí que fuera necesario indagar más. Cuando el episodio se repitió el asunto empezó a escamarme y me dí cuenta de que, aunque de pie o sentado en la cama no notaba nada raro, cuando me tumbaba en la cama de mi hijo yo también notaba que me costaba respirar.

Aunque no veía demasiada relación, hice una limpieza en profundidad en la habitación, sacando cualquier material sospechoso de emitir compuestos orgánicos volátiles. Saqué todos los objetos de plástico, libros, muebles cuyos barnices me pudieran resultar más sospechosos, cambié las sábanas y los edredones por los más naturales que encontré, ventilé con más frecuencia de la habitual, pero por las noches en esa habitación seguía sin respirarse bien.

Sin tener aún ni la más remota idea de cuál podía ser la causa del problema cambié a mi hijo de habitación.

Habiendo salido del paso medianamente, el asunto ya no era acuciante, aunque seguía preocupándome e intrigándome y no dejaba de darle vueltas. Y en ese impass estábamos cuando fuimos a pasar unos días a casa de mis padres. Y cual sería mi sorpresa, cuando a la hora de acostar a mi hijo, vuelve a decirme que no puede respirar, esta vez con gran angustia y rompiendo a llorar. Dado que soy contrario a los somieres metálicos por la perturbación que producen en el campo magnético terrestre yo había apartado el somier y había colocado el colchón de mi hijo en el suelo (más adelante explico por qué este hecho tiene importancia capital) y en ese colchón es dónde él decía que se asfixiaba y yo mismo, al tumbarme en él, noté igualmente que tenía dificultades para respirar. Cuando lo coloqué en mi cama, situada en la misma habitación, enseguida dijo que en ella sí podía respirar y se quedó dormido.

Imagino que si de mí sólo hubiera dependido habría tardado mucho en descifrar el enigma, si es que hubiera llegado a descifrarlo. Pero se daba la curiosa circunstancia de que en ese momento estaba leyendo un libro de Hulda Clark, en mi opinión (mi opinión es lo de menos, pero hay gente mucho más capacitada que yo que también lo cree) una de las personas que más ha aportado a la comprensión de la enfermedad en el mundo actual, y digo en el mundo actual porque la sociedad actual ha traido consigo nuevas enfermedades y nuevos factores de riesgo para enfermedades viejas, el libro "La curación es posible" traducción del original "The cure for all diseases".

Y casualmente en ese libro, Hulda Clark, habla de una importante fuente de contaminación interior existente en las viviendas a la que, sin embargo, no suele prestársele la más mínima atención: el frigorífico. Los frigoríficos alojan en sus circuitos refrigerantes gases, entre los cuales existen variantes, pero que se comportan de manera similar. Hulda Clark los describe como tóxicos, aparte de ser notorio que algunos gases de este grupo, los conocidos como CFCs, se consideran los responsables del agujero en la capa de ozono. De acuerdo con Hulda Clark, los circuitos refrigerantes de las neveras, así como el de los aparatos de aire acondicionado, pueden presentar pequeñas fugas, a veces tan diminutas que el circuito puede tardar un cierto número de años en vaciarse, que están liberando constantemente en el aire que respiramos cantidades de estos compuestos tóxicos suficientes para afectar a nuestra salud.

Y se da la circunstancia de que este tipo de gases, concretamente el freón, patentado por Dupont, son gases mucho más pesados que el aire, de manera que tienden a concentrarse a muy baja altura sobre el suelo y lo que es más importante, se comen el oxígeno, si se me permite expresar la idea en términos coloquiales (entre otras cosas porque no tengo el conocimiento para expresarlo en otros términos).

Ocurre que las dos habitaciones, una en mi casa y otra en casa de mis padres, en las cuales habíamos constatado la dificultad para respirar, tienen en común tres cosas, que por otro lado las diferencian de otras habitaciones de esas mismas casas, en las que no hemos experimentado el fenómeno. Las dos están al lado de la cocina, de una cocina en la cual hay una nevera, que además tiene ya un cierto número de años y son habitaciones que se ventilan con poca frecuencia, en el caso de la habitación de mi hijo porque se utiliza un fin de semana de cada dos y en el caso de la habitación de casa de mis padres porque es una habitación de invitados.

En mi opinión, el que el freón sea un gas tan pesado, también explica el hecho de que la falta de oxígeno sea siempre mayor cerca del suelo.